Angélica
siempre fue una mujer fogosa, apasionada; en su juventud tuvo varios noviazgos,
pero siempre terminaban del mismo modo ¡¡¡Ella les era infiel!! Parecía
insaciable; siempre estaba dispuesta a seducir; tenia un cierto encanto; aunque
no era muy linda, su sonrisa cautivaba y enamoraba; un día llego un forastero a
la Ciudad; todos decían que era un multimillonario venido a menos, pero el
ignoraba esos comentarios, como también las murmuraciones de las viejas del
pueblo, que hablaban en voz baja...pero no lo suficientemente baja como para
que el no las escuchara...Siempre se referían con desprecio hacia Angélica, a
quien consideraban una desvergonzada, una mujer fácil.
Alfredo
sintió una inmensa necesidad de conocer aquella joven, tan odiada y decidió
visitar esa tarde el bar donde ella se reunía con sus amigas a tomar el te;
ingreso al lugar, miro a las jóvenes y eligió una mesa cercana; pidió un te con
masitas, un diario y una agenda; es la rubia pensó, así se la había descrito,
rubia, pelo lacio, algo narigona, con una hermosa sonrisa que siempre
permanecía en su rostro; tomo la agenda que le entrego el mozo y escribió
Angélica,
quiero salir contigo…cual es tu precio
Alfredo
Ella
miro la nota, pidió una lapicera y respondió
Jamás te
equivoques con las mujeres; aún la más (pecadora) tiene dignidad; eres… un
estúpido
Angélica
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